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En.gaññas

F

ue la primera y única vez que salimos. Luego de saludarte quise irme, dejarte ahí y decirte que las fotos te hacen justicia; se me quitaron las ganas de darte.

Me quedé. Pensé quizá sea cuestión de estar en el humor de ver más allá de una nariz y un par de ojos.

No sucedió.

Te aferraste a acompañarme al metro argumentando lo tarde que era. Te gané la voluntad y te quedaste a la mitad de mi trayecto. Ya sola, vi un vaso de unicel tirado en el piso. El vaso se movía en su propia órbita, creando en tan sólo unos segundos un medio círculo, un frente que lo defendiera de una posible patada o pisoteada que lo dejara inerte.

En ti no funcionaron ni los bostezos ni mis correcciones a tus comentarios para hacerte entender que quería que me dejaras sola. Debí pensar en una mejor barricada.

Veinticuatro horas le toma a la Tierra girar en su propio eje. Los días ya no son un escondite para lo que se hace de noche. Las noches ya no me aclaran la mente.

Basta un arrebato nocturno para venir a joderme la noche. Mañana buscaré con quien desquitarme.

Texto por Érika Anallely e ilustración por Cictlalli FaGa originalmente publicada en Deletéreo.

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