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No lo digo por tus ojos; ni por tus lunares en el sitio correcto para hacerme perder la cabeza; Ni por cómo tu cabello cae por encima de tus hombros y de tu espalda; Ni siquiera por cómo diriges tu sonrisa hacia mí.

Arrebujado en un mar de sábanas en llamas me abandonas de madrugada.

Un poema dedicado a todas las personas que han sufrido el rechazo de sus iglesias.

Fue la primera y única vez que salimos. Luego de saludarte quise irme, dejarte ahí y decirte que las fotos te hacen justicia; se me quitaron las ganas de darte.

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