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Netlfix subiendo el tono.

Diversidad en las telenovelas: la misma historia de siempre

Texto por Daniel Salinas.

A finales del 2018 la telenovela Mi marido tiene más familia (Televisa) muy seguido era tendencia en Twitter México; algo inusual porque la popularidad de estos melodramas ha estado en decadencia en los últimos años. Usando el hashtag #Aristemo (o algunas de sus variantes como #becerroAristemo o #bodaAristemo) los seguidores de esta producción mostraban su aprecio por los personajes Aristóteles y Cuauhtémoc, dos adolescentes que descubren y aceptan su atracción mutua para después convertirse en novios. El fenómeno creció a tal grado que cuando terminaron los capítulos se produjo inmediatamente un musical de teatro y luego una serie spin off sobre la pareja, la cual incluso fue premiada por GLAAD como mejor pareja de televisión.

El fenómeno resumido

Las telenovelas han sido uno de los más importantes pilares del entretenimiento nacional, reconocidas incluso en el extranjero. Estas producciones pueden definirse como un género televisivo de larga duración, a veces de cientos de capítulos, con un argumento melodramático caracterizado por sus intrigas, traiciones y romanticismo; con una clara diferenciación entre el bien y el mal y un final feliz ligado a la exaltación de los valores tradicionales familiares y generalmente heteronormativos—como prueba, la mayoría termina en una boda católica. Los valores de producción no necesariamente son muy elevados y la trama puede alargarse y cambiar siendo maleable  a las reacciones de la audiencia. Es un producto pensado para su fácil consumo y aunque no tengan el mismo prestigio artístico del cine ni son un verdadero reflejo de la realidad (basta ver sus elencos blanqueados), no debemos subestimar el poder de las telenovelas, considerando el inmenso alcance que tienen, sobre todo con el público femenino a quien casi siempre van dirigidas (Pérez y Leal (2017), p.172).

“Las telenovelas como producto cultural reflejan una particular representación de la realidad y al mismo tiempo ayudan en la construcción de modelos mentales de un grupo (la audiencia), porque transmiten y reafirman una base sociocultural compartida.”

(Anja Grim (2019), p.81)

La normalización de personajes LGBTQI+ en las telenovelas y series tiene una repercusión social real. La ficción puede servir como modelo a seguir, dando ejemplos de cómo son las dinámicas de convivencia inclusivas o fomentando discusiones sobre temas complicados; por lo tanto estas producciones no deberían eludir la crítica seria. ¿Qué tanto ha cambiado la representación de estos personajes y qué podemos aprender de ello? ¿Hay una intención real de contar buenas historias o solo es una “moda”?

Saliendo del clóset en televisión abierta

La diversidad sexual en la televisión abierta mexicana—sin contar la comedia por razones ya explicadas—no es algo tan nuevo. Animes doblados al español como Sailor Moon (1996) y Ranma ½ (1998) fueron precursoras en incluir personajes gays o trans más tridimensionales y relevantes para la trama, pero su alcance estuvo delimitadopor dirigirse al público infantil-juvenil.

Podríamos considerar que la verdadera inclusión en telenovelas comienza en La vida en el espejo (1999) de TV Azteca con el personaje de Mauricio. A pesar de evitar mostrar un beso homosexual por (auto)censura, su salida del closet era algo nunca antes visto en la pantalla chica y fue manejado de manera sincera y sin caer en excesos (nótese la ausencia de música). La conclusión de su historia es la aceptación e inclusión al núcleo familiar con todo y su pareja.

Adolescentes gays en Clase 406
Adolescentes gays en Clase 406

De cierto modo, el coming out también ocurrió a nivel social, confrontando a las audiencias con la realidad de la diversidad sexual fuera de chistes y estereotipos. De ahí en adelante el enfoque principal de las historias de personajes gays y lesbianas sería el drama de la homofobia y la reconfiguración de expectativas dentro de una familia conservadora. Televisa también comenzó a incluir esta trama en sus propias producciones como Clase 406 (2002), Amar sin Límites (2006) y muchas más, cimentando la fórmula que se vería hasta el cansancio.

La reacción formulaica de un padre en Qué pobres tan ricos (2013)

En series melodramáticas como Lo que callamos las mujeres (2000), La rosa de Guadalupe (2008) y Como dice el dicho (2010) se repetiría la misma fómula: ser gay, lesbiana o trans se traduciría automáticamente en rechazo y violencia física o psicológica, pero al final la homofobia se superaría de manera sencilla y de manera muy didáctica.

El Papa dice que respetemos a los gays aunque no estemos de acuerdo con su “estilo de vida”.

A pesar de transmitir mensajes explícitos de aceptación, detrás de cámaras, esto no aplicaba en las televisoras. La censura hacia las muestras de afecto sería constante en las producciones del duopolio nacional Televisa y TV Azteca, con la única excepción de los besos cómicos. Sumando a la hipocresía, los actores tampoco podían hablar abiertamente de su sexualidad a riesgo de perder oportunidades de trabajo, como declaró el actor Christian Chávez.

Canal Once dio un verdadero siguiente paso con su infravalorada serie XY de 2009, cuyo tema principal era la exploración de la masculinidad mexicana. Adrián, un adulto joven casado y con un hijo, se permite explorar su sexualidad y reconfigurar su vida personal, divorciándose y formando después una familia homoparental; un verdadero hito en la televisión nacional. A diferencia de las telenovelas pasadas, esta serie trata a su audiencia con mayor respeto, sin censurar las escenas sexuales o de afecto homosexual ni hablar del tema con condescendencia o infantilización. Tal vez haber llegado antes del boom de los servicios de streaming impidió a esta producción alcanzar la popularidad que merecía; eso y la presión a la televisora de cancelarla por incluir temas de corrupción política.

El 2011 fue un año importante para los televidentes mexicanos: la llegada de la televisión en streaming de Netflix y la primera temporada del fenómeno Game of Thrones de HBO harían que las series ganaran poco a poco más popularidad. Aunque la tele por cable ya existía, la accesibilidad a una inmensa biblioteca  de producciones internacionales abriría el panorama del público con producciones estadounidenses de Netflix como House of Cards (2013), Orange is the New Black (2013) y Sense 8 (2015), que incluyen personajes y tramas queer explícitas que no se limitan a la salida del clóset.

XY No disponible en ningún servicio de streaming.
No disponible en ningún servicio de streaming.

Televisa por su parte, lanzaría Por ella soy Eva en 2012, donde Jaime Camil decide “transformarse” en mujer para exponer un fraude en su trabajo y de paso conquistar a Lucero. A pesar de jugar con estereotipos de género y el crossdressing, la intención no era presentar una experiencia de identidad trans, sino usar el travestismo como una herramienta para un fin. El tono era jocoso e “inofensivo” al estilo Papá por siempre (Mrs. Doubtfire) de 1993.

Por ella soy Eva telenovela gay Esta no es historia trans
Esta no es historia trans

Después de que Rebelde (2004) fuera lo más visto en Netflix en 2014, Televisa retiraría sus producciones de la plataforma para crear una propia llamada Blim en un intento por modernizarse (TV Azteca dejó de producir melodramas en el 2015). A pesar que en otros países latinoamericanos ya se había terminado la censura del beso gay, es hasta 2017 que Televisa considera que todo el pueblo de México está preparado para ver a dos personas del mismo sexo besándose como muestra de afecto en Papá a toda madre. La trama de la pareja gay de la novela se saldría del molde al tratarse de las dificultades para adoptar y formar un hogar.

Debe haber gente reaccionando cómicamente al beso para “suavizarlo” para las masas

Por su parte, la serie original mexicana La casa de las flores (2018) de Netflix, ampliaría su alcance de representación incluyendo  una variedad de personajes LGBTQI++ como no se había visto antes en una producción mainstream. Además del morbo de los temas “controversiales”, parte del éxito de la serie se debió a su fuerte inspiración de las telenovelas de antaño; incluso uno de sus selling points era la aparición de Verónica Castro, ícono de las novelas. Pero la influencia del melodrama jugó en su contra en las últimas dos temporadas cuando las situaciones ya se sienten gratuitas e ilógicas.

Netlfix subiendo el tono.
Netlfix subiendo el tono.

Y es en este contexto donde aparece Aristemo que, si nos fiamos de las palabras de Televisa, “causó controversia entre las audiencias”— ¡a pesar de los casi 20 años de que se transmitió La vida en el espejo! Cierto o no, como se dijo al principio, la pareja se convirtió en un fenómeno que Televisa intentaría replicar utilizandoa las parejas gays en un feature marketeable en redes sociales, como los intentos de viralizar #Juliantina y #Miguelandro en telenovelas posteriores, sin llegar al mismo nivel de éxito de #Aristemo.

La razón del éxito de la pareja se debe a varios factores. Como el tono de la novela era feel-good, los actores Emilio Osorio y Joaquín Bondoni interpretaban a sus personajes de manera muy rosa (rayando en lo cursi), siendo tan cute para resultar inofensivos y un poco asexuados. La salida del clóset de ambos no fue tan dramática y rápidamente fueron aceptados por los demás personajes, con muy pocos detractores. Esto debe de haber resonado con una audiencia joven que ha crecido en un entorno familiar y social menos hostil que las generaciones pasadas, o tal vez simplemente quieren ver chicos gays siendo felices y tiernos.

Las redes sociales de la telenovela fueron muy bien utilizadas para crear una expectativa constante—rayando en el queerbaiting. Primero, todos se preguntaban hasta cuándo aceptarían su amor los chicos, hasta que finalmente ocurre la declaración de noviazgo que le habla directamente a la audiencia con un mensaje muy obvio, casi diciendo: los estamos escuchando y les daremos lo que piden si siguen viendo.

“¿Quieres ser mi novio?” en lenguaje de fandom de Twitter

El siguiente evento que postergarían hasta el último capítulo sería el beso, creando escenarios para manipular y enfurecer a la audiencia, como añadir a un nuevo personaje femenino y mostrar un beso entre ella y “Aris” durante la introducción. El hate de los fans fue inmediato y la escena fue eliminada eventualmente. Hasta el capítulo final fue cuando hubo no uno, sino dos besos no censurados entre la pareja gay, en un momento histórico según Televisa.

Adultos de más de 40 y una pareja de adolescentes gays: la serie
Adultos de más de 40 y una pareja de adolescentes gays: la serie

La nueva serie de Aristemo titulada Juntos, el corazón nunca se equivoca sería presentada en 2019 como la primera telenovela gay en la historia de la televisión mexicana. La trama giraría en torno a los jóvenes mudándose de Oaxaca a CDMX para vivir por su cuenta mientras van fortaleciendo su relación. La falta de compromiso fue evidente, ya que esta nueva producción no abordó las situaciones lógicas de su premisa, como la exploración de la sexualidad o conocer la escena gay urbana. Para los últimos capítulos los usuarios de Twitter incluso hacían burla de que la serie ya no se trataba de la pareja.

El producto final resultó ser una telenovela genérica sobre la familia de un político corrupto; pero eso sí, con fanservice de Aristemo, incluyendo una propuesta de matrimonio.

Aristemo novela gay mexicana

Además de la pareja, solo hay otros tres personajes queer retratados de la misma manera “anti-controversial”. Nora es probablemente el peor de ellos: una señora mayor quien ha vivido eternamente en el clóset y habla crípticamente sobre su relación frustrada con una persona llamada “B”. Es hasta el último episodio cuando se revela, a manera de plot twist, que se trataba de otra mujer, en un momento tan fugaz que podría pasar desapercibido.

El futuro necesita nuevas voces y perspectivas

Actualmente las telenovelas y series mexicanas de Televisa, Netflix o Amazon Prime continúan integrando personajes LGBTIQA+, pero a veces parece que fuera por cumplir un checklist de lo que debería incluir una producción moderna, sin buscar puntos de vista más auténticos. Cuna de lobos, Monarca, El juego de las llaves, El Club y Oscuro deseo, entre otras, retoman el cliché del personaje closetero que vive atormentado por su verdadera orientación sexual. Doña Flor y sus dos maridos introduce a una señora trans cuya trama parece tomada de un programa infantil. La telenovela Like incurre en una semi-censura del beso gay. ¿Es esto lo mejor que se puede hacer en el país?

Quejarse de todos estos personajes gays, lesbianas y (algunos pocos) trans en la televisión mexicana puede sonar algo ingrato considerando que la visibilización sí es algo importante; el problema radica en que ya han pasado muchos años y parece que los personajes y sus tramas no han evolucionado. En otros países ya se ha probado que sí se puede ir más allá, como ejemplos más contemporáneos están  la telenovela argentina 100 días para enamorarse (2018), con múltiples historias queer incluyendo un chico trans o Looking (2015) de HBO, con una mirada aterrizada y honesta sobre las relaciones contemporáneas entre hombres gays.

Hablar de historias diversas no debería ser solo una moda. No basta con incluir un par de personajes jóvenes convencionalmente atractivos de clase alta sufriendo por aceptación; las telenovelas y las series tiene el potencial de mostrar qué hay más allá del clóset. Si se quiere apoyar y realmente humanizar a la población LGBTQI+, necesitamos historias genuinas de parte de voces comprometidas que quieren mostrar el potencial infinito de una población con historias valiosas que también merecen ser entendidas, escuchadas e incluidas en los medios populares, para que finalmente sean incluidas en la sociedad.

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