Los discursos de odio como capital político en el congreso de la CDMX
Fotos por Haarón Álvarez
Diversas organizaciones de la comunidad trans y de personas que viven con VIH convocaron a una manifestación el martes 21 de febrero frente a las instalaciones del Congreso de la CDMX para protestar en contra de la iniciativa de la diputada panista América Rangel, quien con su proyecto busca estigmatizar a las infancias trans y propone criminalizar a las personas mayores de edad, familiares o no, que acompañen a las infancias en sus procesos. Hay que recalcar que las prácticas que el proyecto de la diputada busca prohibir, actualmente no suceden en la ciudad de México ni en ninguna parte del país, y en cambio este proyecto busca la instrumentalización de los prejuicios, odio y el estigma contra las personas trans para darles un uso político a un partido moribundo.
Bajo el discurso distorsionado de la “ideología de género”, esta bandera del movimiento anti-género (y antiderechos) exalta una postura moralista, conservadora y religiosa que no cuenta con el respaldo de la comunidad científica internacional, y que busca el control sobre las conciencias aprovechando la ignorancia de la población en temas complejos para su beneficio político.
Esta movilización buscaba entablar una conversación acerca del por qué la iniciativa es alarmantemente discriminatoria y para exigir el freno de los discursos de odio y violencia de parte de diputadas y diputados en contra de las personas trans en redes sociales. Ante la negativa de la diputada y del grupo parlamentario del PAN, manifestantes ingresaron al recinto, momento en que los elementos de seguridad comenzaron a hacer uso de la fuerza y de gases de extintores sobre manifestantes y periodistas presentes.
Durante el enfrentamiento, diversas activistas y personas trans fueron heridas y lesionadas. Victoria Sámano, fundadora de LLECA, una organización que trabaja con poblaciones en situación de calle fue retenida dentro del congreso. Momentos más tarde, Sámano fue liberada del Congreso de la CDMX, se le dio atención médica y fue resguardada por sus compañeras manifestantes.
La diputada panista ha catalogado la movilización como un ataque directo a su persona y no hacia la iniciativa, que organizaciones y activistas han califican como estigmatizante y criminalizante. A la par, han sido publicados diversos comunicados que no dan cuenta de la realidad de los hechos, por ejemplo el comunicado del Congreso de la CDMX que asegura que se activaron “protocolos internos sin violentar a ninguna persona manifestante”, cuya cobertura mediática en redes demuestra un evidente uso de la fuerza física y violencia, así como el comunicado de Diputados en Acción que minimiza su responsabilidad frente a los discursos de odio que generan sus dirigentes y miembros del partido y trivializan sus posturas como “meras opiniones” y no como discursos que promueven el odio hacia las personas trans.
El problema es que los mensajes de odio no solo vienen de quienes nos representan en el congreso, vienen de celebridades, periodistas, influencers, podcasters, comediantes, etc que ridiculizan, burlan y denigran las experiencias y vidas de las personas trans y promueven las violencias en su contra y las justifican.
Esta movilización social sucede en un contexto de incremento de la brutal violencia hacia la población trans y LGBTQI+ y los asesinatos a personas trans en las últimas semanas; el transfeminicidio de Dani Millan en la Gustavo A Madero el 20 de enero y el transfeminicidio de Paris Beristain mientras atendía su bar en Veracruz.
Hay que recordar que las y los legisladores también trabajan para ciudadanas/os trans, lesbianas, nobinaries, homosexuales y todo el espectro #LGBTQI+, por eso hay que señalarles cuando busquen apadrinar discursos transfóbicos y homofóbicos como capital político, si no pueden realizar su quehacer político de otra manera, que renuncien a su cargo y renuncien a odiar personas.
La movilización de hoy representa un punto de quiebre entre quienes pronuncian discursos trans odiantes y quienes los sufren en carne propia, y la comunidad trans ha demostrado que ya no está dispuesta a ser violentadas ni simbólicamente. Las personas trans tienen derecho a tener derechos, a formar parte de la vida pública, a que sus vidas y sus derechos sean respetados.
Organizaciones y activistas trans y LGBTQI+ han denunciado la estrategia detrás de estos discursos de odio y hablan claro:
“Nunca más una iniciativa de ley sobre personas trans sin que las personas trans sean consultadas. Nunca más una iniciativa de ley sobre infancias trans sin que las infancias trans ys su familias estén involucradas”
– The New Gay Times
Sigamos haciendo que los datos circulen, involucrémonos en los procesos de justicia, elevemos el costo político de la aprobación de leyes discriminatorias, sumémonos a organizaciones y grupos de la sociedad civil; El arma más efectiva que tenemos frente al odio es el conocimiento. Aprovechemos cada oportunidad para sensibilizar a aquellas personas que no lo estén (sobre todo a las cercanas), hablemos de la violencia pero también de sus raíces y nuestra alta tolerancia, hablemos de cómo romper el ciclo, cómo prevenirla y qué necesitamos exigirle a las autoridades para castigarla. Hablemos del valor humano que se nos escapa con cada vida que perdemos por crímenes de odio a manos de la transfobia; visibilicemos los aportes de las personas trans a la humanidad en toda su diversidad.
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