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Carne

Texto por Citlalli Contreras, fotografía Clauzzia Gómez

 

Por las noches me entretejo con la poesía que agota mi vista,

la oscuridad despierta mis fantasías.

Siento las palabras en mi carne pulverizándose en mis entrañas,

te siento en cada letra taladrando mi bosque infausto.

Respiro la muerte, ese olor a ti, tan peculiar e inconfundible.

La muerte pequeña reclama mis montañas sagradas helando mis pezones,

conspira contra los pocos momentos de placer que me procuro,

la maldita los reproduce, hace que se expandan y se contraigan.

Como el universo en constante movimiento, sediento de polvo de estrellas que irradian mis fisuras en una constelación orgásmica,

en ese momento despierto. Grito – ¡No puedo más!

Renazco en cada culminación, me sumerjo en tu mueca, te respiro nuevamente,

te perforo con mi jadeo, mis sentidos se desbordan, muero.

Un salto de sorpresa me hace cubrir el rostro, estoy desnuda ante ti.

Este cuerpo agrietado, sobrecargado, flácido, se levanta y corre,

se esconde de tu mirada, no quiere ser visto, tocado, besado, mucho menos penetrado.

Ha sido tanto el desprecio que ha recibido, que huye de la mano ajena.

Mi vagina siempre se muere sola. Es hora de morir, como naturaleza muerta que únicamente puede producirse placer a sí misma, de forma onanista e infantil, auto-erótica. Tú no estás aquí.

 


Este texto forma parte de la Antología de cuerpos virtuales, selección a partir de la convocatoria para conocer las diferentes experiencias y nociones alrededor de la virtualidad del cuerpo antes y durante pandemia, el significado del contacto humano a distancia y el flujo de cuerpos virtuales y la conquista de nuestras pantallas. 

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