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Si esto fuera una carta, la habría escrito a mano, te hubiera secado jacarandas y rosas por tu presentación de baile, hubiera sonreído porque siempre quise tener alguien a quien dedicarle poesía.

Penélope ansiaba conocerla, tener las manos de Mar recorriéndola cual marea que sube y baja según indique el capricho de la luna. Pero no tardaron en descubrir que por error del algoritmo la separaban cientos de kilómetros.

¿Sabes por qué me gusta tanto correr? Por el trance que alcanza la mente cuando tu constante es la velocidad, el momento de sentirte bestia y máquina a la par.

Dicen que los gays llegamos tarde a muchas cosas. Nos tardamos, por ejemplo, en descubrir la glorificada y decadente cultura del antro.

Un éxtasis ya familiar para mi cuerpo me invade nuevamente. Óscar me guía a su casa desde lejos. Voy unos diez metros detrás de él, caminando desde la otra acera. Pronto llegará a la puerta, entrará y la dejará medio abierta para mí.

¿Sabes que me fascina el mundo de los amantes? Me fascina porque no lo entiendo, porque es un misterio que genera un espacio y un tiempo en los que cada uno de los que ahí habita.

Era el prostituto más tierno de la ciudad, tenía tatuadas algunas frases en latín en los pliegos de su piel que te arrastraban como oleaje si las mirabas lo suficiente, pero fue al mirar su boca cuando entendí su tristeza.

Hay momentos en la vida en los que toca desarmarse para limpiar las piezas y armarse mejor.

Un hombre relativamente joven y de poblada barba castaña advierte en su perfil de Grindr que no lo contacten hombres maduros, porque no hace actos de caridad.

Un día antes de terminar el verano le vi. Me quedé absorto al verme reflejado en esos ojos avellanos, en esos ojos que dan pánico soñar.

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