Carta a un amante
Este relato fue el ganador del segundo lugar de la convocatoria de textos “SEXFRIENDS”.
Texto por Tania Bo
Fotografía e iluminación: Jordi Ciurana | Nathalia Tárano | Modelo: Montse
¿Sabes que me fascina el mundo de los amantes? Me fascina porque no lo entiendo, porque es un misterio que genera un espacio y un tiempo en los que cada uno de los que ahí habita o sólo pasa por casualidad, se entrega a sus pasiones, al esperado o inesperado encuentro, a la sorpresa y la espontaneidad que surge entre almas libres que están buscándose a sí mismas entre otras noches, otras danzas, otros reflejos.
A este mundo accedemos a través de entradas tan secretas como miradas fortuitas, roces discretos o palabras dulces; o a través de ventanas transparentes como palabras brutalmente honestas o con alguna de las múltiples aplicaciones que nos acompañan en el teléfono. Ninguna de estas puertas reclama ser la correcta: todas tienen su propio encanto. Se les saborea intensa o lentamente, entre las sombras o con el brillo de las luces de una pista de baile. Nos deleitamos con la franqueza de lo simple, que después de relaciones complicadas y tortuosas, adquieren la frescura de un río de aguas cristalinas.
Foto e iluminación: Jordi Ciurana | Nathalia Tárano | Modelo: Montse
Acudimos con tranquilidad o con adrenalina, con expectativas elevadas o con la esperanza perdida. Algunos estamos buscando en otros lo que no podemos ver de nosotros mismos, y ofrecemos entonces una amalgama de nuestras virtudes y nuestros excesos. También vamos con miedo, escondidos bajo historias, nos encontramos en lo insólito, decidiendo ignorar al sentido común y a la sensatez, arriesgando una comodidad asegurada a cambio de un misterio embriagador que toma forma en el cuerpo del Otro, un otro distinto que no queremos poseer del todo.
Y nos encontramos entre nosotros. Almas viejas que llevan tiempo transitando en estos caminos, que moldean algunas reglas, que tienen recetas secretas para no enamorarse o para enamorarse siempre, de todas por igual, sin apegos. Personas nuevas que sólo han experimentado relaciones de exclusividad, donde el deseo por lo diferente se censura, donde el amor se ve limitado a un solo receptor y a una sola fuente; personas que encuentran complicado amar y amarse desde lo diverso, desde lo plural, desde lo efímero.
Creo que el principal reto de asomarse en este camino, de pasear despreocupadamente entre sus jardines, o de creer que podremos salir intactos, es que cuestionamos nuestras formas de amar y de relacionarnos no solo con nuestras parejas sino con el resto del mundo. Con el paso del tiempo ya no estamos únicamente de paso, cuando menos lo esperamos nos instalamos en una nueva comodidad que no conocíamos, que nos permite explorar, sentir, descubrir desde perspectivas distintas; no desde las creencias de un amor eterno, exclusivo, hetero y etéreo.
Aprendemos que el amor es infinito, que el amor ocupa varios tiempos, varios lugares, varias personas. El amor llega sin jerarquías, sin preferencias ni relevancias predispuestas. Llega a la luz de la luna, con un roce de piel, con una caricia perdida; llega en la oscuridad después de un viaje, después de una ausencia o de una larga permanencia. Llega rompiendo con furia todas las estructuras, destambaleando todo, invadiendo la mente con dudas, apretando el pecho con una angustia dolorosa. Llega dulcemente, tejiéndose entre amistades profundas que se iluminan distinto, que se acompañan en la complicidad, que llenan sus días con risas y charlas; con cervezas y café; con lo hermoso y lo tedioso de lo cotidiano. Llega así, en un instante o en toda una época, cristalizándose en una tranquila mañana en el jardín de casa.
La esencia de este espacio consiste en abrirnos a la vida, a la renovación, al vacío y a la soledad, que tal vez nunca antes hemos tenido en sobredosis y que quizá es lo que necesitamos. Lo cultivamos creando relaciones genuinas, en libertad y con límites flexibles, dispuestos a dialogar.
A veces es por demás difícil mantenernos así. Y sufrimos, te soy sincera, la incertidumbre y el azar me vuelven loca, y al mismo tiempo los quiero con nosotros, los necesito para seguir dejando al río marcar su curso sin manipulaciones; para perpetuar una ilusión de magia.
Es en este trayecto que coincidí contigo, con tu alma y con otras tantas que van formando mi ser sin querer apropiárselo, con nuestras melodías que van formando canciones de muchos ritmos, en las que cada historia pasada no hace más que enriquecer la presente e iluminar las futuras. Quiero quererte distinto a como sé querer, quiero sentirnos sinceras, quiero mantenerme tan cerca como pueda de tu piel y de tu voz, y tan lejos como sea posible de tu consciencia y tu rutina. Nos quiero, sin controlar esto, sin expectativas, sin explicaciones; te quiero por ser como eres, por tener esas manos fuertes, por tus besos que me abstraen del momento, por la forma en que me veo en tus ojos y por cómo siento mi cuerpo en el tuyo.
Ahora que mis días tienen un color distinto y mi sonrisa un sabor más rico; trataré de quererte con locura, procurando no volverme loca en el camino.
Tuya siempre
(o un instante)
Yo
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