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De estrategias furtivas

Texto por Alia Alamina, edición de fotografía: Luna Bandid

El silencio fortuito secuestró los suspiros al unísono. Como una sombra que cubría al mundo de este a oeste, poco a poco se abrió paso entre cada uno de los corazones humanos. De pronto “pausa”, no más ruido de la cadencia urbana. Con la velocidad de un estornudo cambió todo, la forma en la que nos reconocemos, nos transportamos, comemos, saludamos, trabajamos, jugamos, aprendemos: todo excepto la cuestión tabú que no acaba de aceptarse por completo a pesar de tantos intentos de represión en el pasado, la naturaleza humana del corazón.

2020 el año en el cual fuimos protagonistas de la ciencia ficción. Encerrados en un mundo paralizado por un enemigo invisible.  Si te conviertes en víctima de su posesión es cuestión de tiempo conocer las consecuencias tras su exorcismo.  Y de esta manera, nos encontrábamos a salvo en nuestra dimensión virtual, un universo inalcanzable para este vampiro de pulmones; podías recorrer ciudades, museos, incluso correr maratones compartidos en nuestra interfaz de bits. Fuimos secuencias de ceros y unos que construyeron una civilización entera en esta plataforma. Qué fácil es conectar con todos, casi con todos, menos contigo, sobre todo contigo.

¿Sabes por qué me gusta tanto correr? Por el trance que alcanza la mente cuando tu constante es la velocidad, el momento de sentirte bestia y máquina a la par. Ejecutar este ritual en la oscuridad de un parque; oasis en la ciudad con el cielo nocturno como bóveda, el cambio de temperatura que recibe la noche, terminar con la carita sonrojada, respirando para recuperar el ritmo, sentir la sangre fluir en el cuerpo con más vida y depositar la mirada en la misma luna que seguro tú miras también. 

Si la pandemia no nos hubiera cerrado fronteras la colección de poesía virtual en la que te convertiste estaría encarnada en el mismo espacio. Pero la realidad era otra. En ese momento y por un instante ridículo frente al “riesgo de la civilización como la conocemos” volvíamos a tener prohibido cruzar el océano la gran mayoría de nosotros.

En un mundo de cuerpos virtuales tan normalizado podría sonar absurdo, tanta reverencia por mantener la ilusión del recuerdo de alguien. ¿Cómo les explicas a los infinitos avatares en redes sociales que contigo no es así? Que eres lo más similar a un fantasma en esta urbe global de pixeles. 

Tener permiso a  a ser voyerista  en la galería en línea de la vida es más sencillo de lo que alguna vez fue asomarse por la ventana del vecino; es como estar flotando todos juntos en otro tipo de dimensión. Flotas y te desplazas en la realidad para seguir en contacto, sin importar la distancia. ¿Qué pasa si a quien van dedicados los versos, las fotografías de recuerdos, las canciones o cualquier idea creativa de manifestación del pensamiento a través de esta interfaz no existe en este espacio? Me hace pensar por un momento en el carácter de leyenda, mitología o fantasía en la que te podrías haber convertido. Real únicamente para mí, sin evidencia en esta nueva corporalidad en la cual se plasma un tipo peculiar de experiencia de vida, una que para muchas personas valida la experiencia terrenal.

Es sorprendente y aterrador, comprendo porque has preferido mantenerte fuera de esta interconexión, quizá el miedo en ti de perder la noción de realidad sobrepasa lo sorprendente que puede llegar a ser nuestra capacidad como especie, de construir otra dimensión y en cierta forma, otro plano de vida.

Un poema a la vez, un “story” en tu nombre, una postal virtual más que no llegará a su destinatario, una canción y video que lo expresan todo a todos menos para quien están intencionadas; son… rituales de información que de alguna forma esperan invocar tu presencia en esta interfaz.

Te etiqueto solo en el esperanzado pensamiento que de alguna forma seas capaz de sentir el cariño detrás de toda esta evidencia virtual.

Un buen día, acostumbrados ya a la dinámica de la limitación y sin novedad relevante de la realidad a través de la pantalla,entra una llamada. n usuario incógnito sin identidad revelada. No debería atender… ¿por qué alguien estaría en incógnito? Se rumoran tantas cosas extrañas sobre  la red, pero la curiosidad gana ydeslizo para aceptar la llamada, se enciende una cámara.

Son tus ojos, increíble ¡son tus ojos! Y tu voz que tiembla de nervios por alguna peculiar razón de tus miedos con las máquinas, pero ¡estás aquí! No eres más un fantasma de recuerdos y poesía virtual. Miras sorprendido a través de la pantalla, como si observaras una jaula con cautela, te ríes irónico; como reflejo de ser asertivo con tu filosofía, al mismo tiempo te enterneces por abandonar los estigmas al abrirme un manantial breve y fugaz entre las manos. 

-Hola Ángel…

 

 


Este texto forma parte de la Antología de cuerpos virtuales, selección a partir de la convocatoria para conocer las diferentes experiencias y nociones alrededor de la virtualidad del cuerpo antes y durante pandemia, el significado del contacto humano a distancia y el flujo de cuerpos virtuales y la conquista de nuestras pantallas. 

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