TOP

El “hubiera” no existe: versión mi papá

Texto por George Clark

Probablemente cometa un par de errores históricos aquí, porque lo cierto es que esta es una de esas historias familiares que no hay manera de comprobar porque no existen evidencias. Por otro lado, es una historia que no se cuenta ni completa ni en voz alta porque en vez de orgullo (como parecería o sería en otra familia), causa cierta… Penita. Cosa de familia. Lo que estoy a punto de contar es más como creo que pudo haber sucedido, conociendo a mi papá y sabiendo más o menos uno que otro dato que se les ha escapado en las conversaciones.

Antes que yo naciera, mi papá consiguió trabajo en una dependencia del Gobierno Federal. Él, como Ingeniero mecánico-electricista, lo contrataron para ni más ni menos que ayudar a diseñar y poner en marcha una computadora que llevaría las bases de datos y la comunicación de la dependencia. Era principio de los años 70 y –ajá- la idea era que pondrían en marcha una computadora enorme de cintas y tarjetas estilo NASA.

Mi papá, pues, diseñó la distribución de alimentación de energía para el monstruo y trató de hallar una forma que no tuviera que tener un transformador específicamente para la serie de máquinas interconectadas que acabarían siendo. Esa hubiera sido toda su labor en el proyecto, y perfectamente se hubiera dedicado a sentarse en su escritorio, tratar que lo basificaran, y hacer como que le daba mantenimiento a la máquina emanada de una película del Santo, de ahí hasta que saliera de servicio (que habrá sucedido hacia 1981). Pero no, mi papá descubrió todo un nuevo filón que le atrajo toda su curiosidad.

Hoy es todo un señor, y lo llaman ceremoniosamente “Ingeniero”, pero en ese entonces era un joven de veintitantos años que por primera vez tenía dinero para él solo, y -aunque no tardaría en casarse con mi mamá (lo que sucedería en menos de un año), VIVÍA SOLO. ¡Era joven, con un buen trabajo, y vivía en un departamento para él solo cerca de su trabajo! ¡DESMADRE! Así que hizo una buena relación con sus compañeros de trabajo que se dedicaban a lo que ha de haber sido una ciencia casi alienígena para ese momento: la informática. Mientras salían a conocer bares y cantinas cercanas, mi papá fue aprendiendo –en pláticas con ellos- los principios de los lenguajes de programación. Como resultó que era más que todo lógica simbólica y matemáticas (dos cosas para las que era bueno en la escuela), no le costó trabajo y antes de decantarse naturalmente por desempeñar su carrera, para el tiempo que se casó ya se había unido al equipo de operadores de la computadora, diseñando comandos y programándola para tareas complejas. Cuando yo nací le ofrecieron trabajo en una empresa transnacional que se dedicaba a la producción de dulces. Su labor sería elaborar una serie de programas administrativos para que la computadora supervisara el desarrollo de la producción, distribución y ventas de los productos. Él no vio problema y durante el resto de los 70s, y hasta 1982 esa fue su labor.

El año es 1978. Sí, ya empiezan a diseñarse computadoras personales, pero en el trabajo de mi papá aún se usan computadoras de cintas y tarjetas. Ya no son enormes, eso sí, pero las terminales aún pesan muchísimo. Normalmente las dejaban encendidas constantemente para que corrieran todos los procesos, pero desafortunadamente a veces tenían cortes eléctricos o por alguna razón el proceso se detenía y tenían que reiniciar todo y volver a empezar desde cero.

Foto: Paul Sullivan (1974)

Aburrido de esta situación, a mi papá se le ocurrió una idea para no tener que hacer el show de reiniciar toda la máquina, que el flujo de información –si se interrumpía- fuera posible restablecerlo desde el punto desde donde se había quedado y checar todos los errores en una interfaz fácilmente comprensible desde una pantalla: escribió un programa que básicamente inicializaba la máquina sola y guardaba la información no salvada en caso de cese de energía, y –además- podía programar desde la pantalla, ya no desde las tarjetas. Todo eso él.

Podrán decirme que para 1978 ya podía programarse sin tarjetas, pero pensemos que mi papá no sabía eso. Él solo quería tener que ahorrarse el engorro de tener que picar confeti cada que necesitaba introducir comandos nuevos a la línea del programa.

Lo que es más, mi papá no sabía lo que acababa de hacer, pero básicamente creó un sistema operativo moderno, porque una vez que empezaron a migrar a computadoras más portátiles a inicios de los 80s, su programa de reinicio, recuperación de información y alimentación de comandos por vía directa se comenzó a usar en los nuevos sistemas.

Y ya. Ahí quedó todo. En 1982 dejó la compañía de dulces por irse a una farmacéutica importante. Su sistema operativo en la otra compañía dejó de usarse hacia 1985 en favor de algunos más modernos y mi papá se ciñó a los requerimientos nuevos de su trabajo.

Pasaron varios años cuando entendió la importancia del PC DOS, que se dio cuenta de lo revolucionario de su trabajo anterior. Sólo que a él no le había parecido tan importante porque, pues… Era nomás para la oficina y ni quien lo viera extraordinario.

Fue mi mamá, la primera vez que le tocó tratar con computadoras (hacia 1987), la que se dio cuenta del parecido con el sistema operativo y lo que había hecho mi papá para la dulcera. La discusión (que ha de haber sido apoteótica, pero –en fin- se la han pasado peleando desde la segunda mitad de los 80s a la fecha) fue que por qué demonios no se le había ocurrido vender el diseño siendo que ahora lo usaba cada computadora. Mi papá respondió sin tratar de darle importancia “Yo no creí que fuera algo que sirviera fuera de la empresa”.

Y a la fecha evade el tema. Cuando lo llega a mencionar se defiende que lo hizo para la empresa y ya, ¿por qué comercializaría algo que era de la compañía en primer lugar? Mi papá siempre ha sido soldado de sus empresas.

Y bueno. Trabajó desarrollando programas de administración en diferentes empresas hasta más o menos 2009. Hoy está jubilado y ayuda a administrar la producción de una fábrica. Para él se le hace mejor de esa manera. No tiene sueños del qué podría haber sido. Él ha servido perfectamente en las filas de su guerra. Ese era su cometido ¿Beneficiarse él? Por favor.

Hey, pero hubiera estado padre que el primer sistema operativo mexicano hubiera venido por ese lado, ¿no? Digo, como curiosidad histórica aunque sea.
¿Tengo manera de comprobar la historia? No. Recuerdo vagamente lo que hacía mi papá en su trabajo en esa época y sí, era una pantalla negra y una serie de líneas escritas que no entendía. Y sí, sé que para 1980 él se reía de sus colegas que seguían usando tarjetas. La mayor parte de esta historia viene de mi mamá y de los comentarios a la defensiva de mi papá. Yo la considero creíble por la postura defensiva que mi papá tiene cuando le tocan el tema, pero solo eso tengo. Todo ha quedado como una historia para contarle a los nietos. O no, porque les da penita contarla.

Deja un comentario

Pin It on Pinterest