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La comedia y el humor homofóbico mexicano: legado del machismo

Ridiculizar la homosexualidad, especialmente la masculina, ha sido uno de los recursos favoritos de la comedia mexicana, que—¡oh, sorpresa!—ha sido creada principalmente por hombres heterosexuales. Los personajes gays estereotipados y el homoerotismo bufonesco son manifestaciones que seguramente todos los mexicanos hemos presenciado alguna vez. El mensaje transmitido, consciente o inconscientemente, es que las prácticas y supuestos comportamientos de hombres gays son dignos de burla por considerarse  tabú, inferiores o inmorales. En este clima social, donde se debate acerca de la censura y la “cancelación” de gente, ¿cómo podemos determinar cuando algo es homofóbico y realmente reprobable? La respuesta parece sencilla: cuando la burla es hacia grupos vulnerados como la comunidad LGBTIQA+; pero erradicar algo tan arraigado en el ADN del machismo mexicano es un proceso que no se dará de la noche a la mañana.

Para entendernos bien primero hay que definir algunos términos. La comedia es entretenimiento planeado que utiliza el humor, aquello que es gracioso o divertido, con el objetivo de hacer reír al público. Como el humor puede ser subjetivo, un comediante se puede valer de distintos tipos de humor (“blanco”, absurdo, grotesco, satírico, “humor negro”, etc.) y temas de su elección para lograr un estilo propio que conecte con la audiencia. La comedia entonces nos habla tanto del comediante, quien deliberadamente escribe su rutina, como de la audiencia, quien valida el humor con sus carcajadas. Y sí, el humor sí cambia con el paso del tiempo y el contexto sociocultural, tan solo hace veinte años no existían los chistes sobre ligar por redes sociales por ejemplo.

El machismo se puede entender como el enaltecimiento de las características que la sociedad considera propias de un hombre—dándole atributos como el ejercicio del poder y la violencia formativa—sobre lo tradicionalmente femenino (tarea reproductivas y de cuidados). De ahí se desprende la homofobia, que más ampliamente puede referirse al rechazo a transgredir los roles de género. Bajo este panorama, un hombre entre más se asemeje a una mujer será peor visto por la sociedad, como lo demuestran las alarmantes cifras de violencia hacia mujeres trans. En su afán por mostrarse superior sobre los demás, la persona machista (porque no solo hombres heterosexuales pueden reproducir estas actitudes) recurre a la burla y humillación, no solamente ridiculizando a las personas LGBTIQA+, también señalando y “feminizando” a otros hombres para convertirlos en blanco del chiste.

El estereotipo del “jotito”

El estereotipo del “jotito” de la televisión

Afeminado, extravagante, vulgar, superficial, vanidoso, ignorante, inculto, patológicamente promiscuo y degenerado; a esto se limitan las referencias hacia la homosexualidad en la comedia nacional. La mayoría de los comediantes de la era pre-internet contaban con este personaje en su repertorio cómico, siendo muy prominente en el cine de ficheras y luego en los programas cómicos de televisión como Derbez en cuando, La hora pico o Cero en conducta. Esta caricatura se nutre desde una visión machista del hombre gay como objeto de burla que incomoda a su entorno con sus constantes referencias sexuales en doble sentido, o agresivos avances sexuales que rayan en el acoso.

 

 

El “homenaje” a Walter Mercado de Eugenio Derbez

El mayor problema de esta caracterización, además de ser malintencionada, es que por muchos años fue de las pocas representaciones explícitas de diversidad sexual en los medios. En los tiempos donde había poca información y educación al respecto, los padres de familia realmente habían asimilado este estereotipo como un monolito del hombre gay; la indeseable realidad que les esperaba a sus hijos homosexuales. Mientras tanto, la gente joven en etapa de autodescubrimiento querría desasociarse de esta imagen por completo, optando por negar su orientación sexual con tal de no “convertirse” en este “jotito”.

La apropiación o deconstrucción del estereotipo por parte de gente queer ha sido la manera de darle un giro más constructivo al concepto. El show travesti y la cultura drag podrían considerarse como la contraparte que retoma algunas características del personaje homosexual pero no pensado para ser una burla, sino como un vehículo de entretenimiento o performance.

francis travesti mexicana diversidad TV

Francis

Por allá de los 80, Francis fue la primera personalidad travesti en irrumpir en los medios nacionales, apareciendo en el inmensamente popular Siempre en domingo de Televisa durante una época donde la homofobia era la regla. El show de Francis fue un éxito en el Teatro Blanquita de la CDMX y recorrió el país entero presentando imitaciones de artistas de la época y rutinas de comedia. Aunque Francis sí bromeaba sobre “jotitos” y albureaba al público, hablar desde la experiencia y la autocrítica dignificaba la rutina, la cual también abarcaba otros temas como las idiosincrasias mexicanas o la política. El gran profesionalismo de Francisco Del Carmen García Escalante, su verdadero nombre, convirtió al entertainer en un ícono queer mexicano.

 

A principios de los 2000, el programa Desde Gayola, parte del programa Válvula de escape de Horacio Villalobos el cual  transmitido por el canal de cable Telehit, contaba con un elenco diverso que a través de la sátira e ironía producía una comedia cargada de crítica social, tocando temas de discriminación y doble moral en la sociedad mexicana, algo imposible de pensar que apareciera en televisión abierta. Personajes queer como La Tesorito, La Supermana y Manigüis tuvieron exposición nacional e internacional y demostraron las posibilidades del humor “joto” cuando la creatividad no provenía desde una perspectiva heteronormada.

Manigüis usando el estereotipo para hacer crítica social

El equivalente femenino del estereotipo sería la “machorra”, aunque su prevalencia en el humor mexicano es muy poca dado que el target del machismo es primeramente el de poner en su lugar a los “desviados”.

El homoerotismo

Cuando iba en la preparatoria había una dinámica masculina que me confundía mucho: el “jotear” entre compañeros. Los hombres se albureaban o toqueteaban levemente con la aparente intención de provocar al otro, causando rechazo o, por el contrario, una respuesta también homoerótica; resultando en risas nerviosas. Podría entender lo gracioso si fuera algo random, pero era tan recurrente y prevalente que parecía algo aprendido. Quien no estuviera en sincronía con este juego era el blanco perfecto para incomodarlo y hacerle bullying.

Lo más curioso de esto es que históricamente la televisión abierta no censuraba este tipo de contenido, pero sí cuando el beso era una expresión de afecto genuina. Parece que mientras sea para hacer burla está socialmente permitido que los hombres se toqueteen. “No homo!”

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El clásico humor de los compadres maricones

Para quienes sí deseamos genuinamente contacto homosexual, este homoerotismo fake malintencionado es frustrante porque trivializa el cariño entre hombres como un juego entre machitos, convirtiendo el erotismo y sexualidad gay en algo pueril que estigmatiza la exploración sexual masculina.

Según la psicóloga Marina Castañeda en su libro La experiencia homosexual: dado que a los hombres se nos educa a no mostrar ternura ni afecto físico hacia nuestros amigos, “jotear” puede ser una expresión de esta necesidad reprimida. Además funciona como una dinámica de poder que podría incluso considerarse acoso sexual, por violar el espacio personal. Se asume que hay consentimiento implícito porque simplemente es “desmadre”.

Para quienes sí deseamos genuinamente contacto homosexual, este homoerotismo fake malintencionado es frustrante porque trivializa el cariño entre hombres como un juego entre machitos, convirtiendo el erotismo y sexualidad gay en algo pueril que estigmatiza la exploración sexual masculina. Un “chúpamela” de un heterosexual es más una “prueba” de hombría que una invitación.

Cuando quieren aumentar el factor “wow”, los comediantes se valen del beso homosexual para “escandalizar” a la audiencia, creando nerviosismo y tensión en el ambiente. ¡Pero ojo!, solo es gracioso cuando es claro que al menos uno de los dos NO lo está disfrutando. Lo más curioso de esto es que históricamente la televisión abierta no censuraba este tipo de contenido, pero sí cuando el beso era una expresión de afecto genuina. Parece que mientras sea para hacer burla está socialmente permitido que los hombres se toqueteen. “No homo!”

Macho (2016). Remake de la graciocísima Modisto de señoras

Si no he mencionado el homoerotismo femenino es porque no se suele utiliza como humor; sino como una fantasía sexual para el disfrute de los hombres heterosexuales.

Las dos caras del humor contemporáneo

En 2020 el panorama de la comedia mexicana se ha ampliado considerablemente, en gran medida gracias al poder del internet y los avances sociales en pro de la diversidad sexual y género. Pero también existe una resistencia a desprenderse el humor machista de antaño, argumentando una corrección política o supuesta censura.

El fenómeno del standup ha crecido en nuestro país de unos años para acá, trayendo consigo nuevo talento LGBTIQA+. El canal Comedy Central en particular, ha dado espacio y difusión a comediantes gays y lesbianas quienes ahora gozan de considerable popularidad y alcance. Aunque los shows presenciales suelen estar centralizados en CDMX, gracias al streaming ya están al alcance de todo el país, como el par de especiales de Netflix de Manu Nna.

comedia diversa Netflix stand up gay

Por otro lado, el auge de popularidad del fenómeno drag impulsado por los programas como Ru Paul’s Drag Race y su adaptación (no oficial) mexicana La Más Draga, si bien no son programas de comedia como tal, han contribuido a la normalización del humor, lenguaje y estética del travestismo. Hoy en día el “vestir de mujer” ha pasado de ser una vergüenza a la admiración por los fans de este tipo de espectáculos.

La otra cara de la moneda se encuentra en la comedia que preserva el legado vulgar y homofóbico de los comediantes machistas de antaño como Polo Polo o Jorge Ortiz de Pinedo. Las televisoras locales de los estados cuentan con menos regulación de contenido y el humor más básico y burdo es el que prevalece. Monterrey es característico de este fenómeno, con figuras como Ernesto Chavana, de Multimedios Nuevo León, y su surreal apoderamiento de la comedia regiomontana que mantiene vivo el legado machista con su homofobia (y sexismo, racismo, clasismo, y demás).

En redes sociales encontramos personalidades tan absurdas que es difícil creer que existan hoy en día, con caracterizaciones tan denigrantes y grotescas que hablan por sí mismas.

Lo más insidioso de esto es la normalización del acoso sexual

Es gracioso porque tus amigos pueden ser jotos

El cine mexicano comercial contemporáneo también batalla manejando la homosexualidad en la comedia; sabe que no puede ser tan políticamente incorrecto, pero a la vez carga con la herencia del humor machista. Hazlo como hombre de 2017 ejemplifica esto claramente, con un intento fallido por deconstruir la homofobia que termina siendo más bien un repertorio de chistes infantiles y una crítica social superficial.

El transgresor e inmortal chiste del jabón en la regadera

Si nuestra comedia y humor son un reflejo de la sociedad, la verdadera forma de reducir su componente homofóbico se logrará con la pluralidad de voces, la implicación del compromiso social de los creadores y la educación de las audiencias. Hay que entender que el humor malintencionado hacia personas LGBTIQA+ no es una cuestión sobre quién se ofende, es un tema de desigualdades y una herramienta sistemática que deshumaniza,valida y normaliza la violencia que se ejerce en contra de las personas LGBTQI+. ¿Vale la pena continuar atentando  contra la dignidad de las personas— especialmente los grupos oprimidos— para lograr las risas fáciles? Las audiencias modernas son ahora más críticas y es algo a lo que las figuras públicas y los medios deben atenerse. El humor basado en estereotipos anacrónicos y bullying homofóbico no es ingenioso ni novedoso; solo limita el gran potencial de la comedia para hablar de temas difíciles o tabú, o en el mejor de los casos: crear conciencia social.


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