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La diversidad sexual en la ciencia ficción: la época robada

Texto por Rodrigo Herrera

Uno de los grandes clásicos de ciencia ficción, Juan Raro (Odd John), escrito por Olaf Stapledon en 1935 sentó las bases para las narrativas venideras sobre el “superhumano” (y posiblemente de los X-Men). Aquella evolución del homo sapiens que, aunque con dotado superpoderes, se encontraría sobreviviendo a la niñez en un ambiente hostil y buscando a otros similares en su camino hacia el autodescubrimiento y la identidad.

En el desarrollo se agrega un amorío homosexual, tensiones y una permanente lucha contra las normas sociales. Suena muy familiar, ¿cierto? Esto fácilmente puede ser la trama de cualquier historia de aventura LGBTQI+ Entonces, ¿por qué no volvemos a encontrar historias como esta en la ciencia ficción hasta muchas décadas después de los 30s?

Existe un momento en la historia donde el cine y la literatura de ciencia ficción tuvieron una separación, que explica parcialmente la poca incorporación de personajes y tramas relacionados con la diversidad sexual -y la sexualidad misma- antes de los años sesenta. La otra parte de la culpa la tienen los editores mojigatos de la época de oro de la ciencia ficción. 

El 1936 se estrena la película La vida futura (Things to Come) de William Cameron Mensies con el guión de H. G. Wells, que situaba la Segunda Guerra Mundial durante Navidad de 1940 en una ciudad parecida a Londres. Falló solo por un año, pero lo que sucedería después, durante el exterminio nazi superaría por mucho los límites de las narrativas de ficción de la época. Fue entonces que el cine se dedicó durante una temporada a la propaganda bélica, desatendiendo el género hasta años más tarde. 

Pero fue gracias a la popularidad de las revistas que el género encontró una audiencia cautiva de jóvenes, que nutriría la ciencia ficción durante las siguientes décadas. Lamentablemente, fue también durante este tiempo que las narrativas de ciencia ficción dominantes fueron tradicionalmente puritanas, dirigidas a un público masculino joven y limitadas en cuanto a las expresiones de la sexualidad y de género.

Desde 1920 hasta la década de 1960, el género estuvo definido por las revistas pulp publicadas en Norteamérica, y donde autores británicos como John Wyndham y Arthur C. Clarke pudieron publicar. Los contornos de la ciencia ficción fueron moldeados en gran parte por los editores y por la economía, así como por la aparición de determinadas plumas.

Durante muchos años, los editores trataron de controlar el contenido de lo que se publicaba, pero con la expansión de sus lectores fue posible incluir tramas y personajes abiertamente homosexuales, eso sí, al principio tendían a ser villanos, mientras que las representaciones de lesbianas fueron casi inexistentes. 

Además de la mojigatería que caracterizaba a los editores de antaño, también la representación de mujeres estaba relegada a figuras hiperfemeninas de las portadas y a la cosificarlas como “premio” o esposas para el héroe de la historia, que fue siempre heterosexual.

“…aun cuando en las naves espaciales suele haber mujeres, en general se las trata como a una criatura de tipo inferior”.

– Sam J. Lundall.

Fue a partir de los años sesenta que la ciencia ficción comienza representar los cambios en los imaginarios culturales y sociales con el movimiento de los derechos civiles y su contracultura, así como el movimiento por los derechos de las mujeres y movimientos feministas. Muchos autores imaginaron mundos donde la homosexualidad, la bisexualidad y una gran variedad de modelos de género eran la norma y no la excepción, abriendo la imaginación a posibilidades para un “terreno común” y sociedades que convivían activamente con la diferencia (o que al menos eso no fuera la fuente del trama o del horror). 

El género de ciencia ficción fue el vehículo a través del cual la sociedad pudo imaginar el futuro y expandir los límites de la experiencia humana donde las normas sociales y prejuicios no pueden alcanzarnos. 

Entre los primeros temas explorados por la ciencia ficción en torno la sexualidad resaltan las relaciones sexuales con extraterrestres, máquinas y robots, la tecnología reproductiva, identidad de género, sociedades dominadas por hombres o por mujeres, la homosexualidad, la bisexualidad, la androginia, los tabúes sexuales y morales, el control de natalidad, entre otros. 

En 1972, Thomas N Scortia publica una antología de cuentos que exploran la sexualidad a través del género de ciencia ficción: Extraños compañeros de cama divide los cuentos en partes, como “la iniciación a la vida adulta” o la parte “siempre gay”, que rescata el cuento El Mundo Bien Perdido (The World Well Lost), de Theodore Sturgeon (mentor de Ray Bradbudry) publicado en 1953 en la primera edición de revista Universe Science Fiction y presentada como “La historia más atrevida de Sturgeon”.

En la introducción ¿Qué se hizo de todos los desfloradores? Scortia lamenta el potencial desaprovechado por las revistas y publicaciones para forjar un movimiento literario en un punto culminante de la historia -y de la inocencia- antes de la “desfloración literaria de hoy”.  

Las ideas de John Campbell al frente de la revista Astounding Science Fiction desde 1937 hasta 1971, que luego pasaría a llamarse Analog, moldearon las bases de lo que hoy se conoce como ciencia ficción moderna, impulsada por una generación que encontró en el género literario la motivación profesional para perseguir una carrera en las ciencias. 

Scortia cita al escritor y crítico literario Kingsley Amis al describir que el héroe de ciencia ficción de la era campbelliana era La Idea, por lo que las historias de amor constituían un obstáculo para el desarrollo y menciona que desde la década de los cincuenta, cuando “Thrilling Wonder Stories” publicó “The Lovers” (Los amantes, 1952), de Philip José Famer, es que los temas sexuales se han ido incorporando desde la ciencia ficción norteamericana. 

“Incluso cuando el sexo constituye un elemento importante de la trama en la ciencia ficción moderna, éste aparece con frecuencia bajo una forma exótica o distorsionada. […] la mayoría de los autores parecen fascinados por variaciones poco corrientes del instinto sexual, por formidables estructuras de simbolismo sexual o por la sexualidad inteligentemente compleja de los seres extraterrestres.” 

La importancia de Los amantes, radica en la relevancia de las relaciones sentimentales entre especies, en una sociedad distópica, azotada por plagas, conflicto, sobrepoblación y oprimida por una fuerza que resulta de la unificación del Estado y la Iglesia. En este ejemplo, su unión significa un jaque moral a un modelo rígido impuesto del que los protagonistas desean escapar. 

Respecto al cine, Scortia señala las películas de ciencia ficción de la época sólo introdujeron el sexo bajo una forma distorsionada, poniendo de ejemplo la escena de violación con música de Cantando bajo la lluvia en La naranja mecánica de Stanley Kubrick de 1971.

Foto: detrás de cámaras de la pelñicula La naranja mecánica de Stanley Kubrick de 1971.

“Casi nadie duda que la ciencia ficción puede decir algo especialmente significativo sobre el apetito sexual, el más obsesivo de los apetitos humanos. Sólo en los últimos tiempos hemos accedido a reconocer públicamente las notables complejidades de la conducta sexual humana.”

Hay que recordar que fue apenas un año más tarde de la publicación de la antología en el 1973, que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría retiraría la homosexualidad de su manual de trastornos mentales.  

“La ciencia ficción, con sus técnicas particulares de construcción de un medio artificial controlado y de reducción al absurdo, ofrece la posibilidad de decir muchas cosas sobre la sexualidad humana, cosas que no puede expresar en cambio la literatura habitual.”

Este compilado de textos en Extraños compañeros de cama utilizan el género de la ciencia ficción para enfocarse en el tema de la sexualidad, la relación del hombre con su universo físico, su propia sexualidad, espiritualidad y corporalidad que se encuentran entre la confusión y el terror. Lo más interesante son los años de publicación, algunos de los cuentos fueron publicados a principios de los cincuenta anunciando la normalización en la experimentación de la sexualidad en el imaginario colectivo, pero también reflejando los cambios palpables en las sociedades de cada época. Por ejemplo, visto desde la ciencia ficción, la tendencia social del unisex bien que surge en los sesenta y setenta tiene muchos más impactos que solo la moda. 

“Ningún enfoque del tema de la creciente tendencia al unisex que se observa en nuestra sociedad, sin partir de la ciencia ficción, podría resultar tan eficaz”. 

 

La homosexualidad en la ciencia ficción

Después de los ochenta la homosexualidad ganó mayor aceptación en el mainstream, en la manera en la que habían más autoras abiertamente lesbianas y gays escribiendo, en lugar de simple representación comenzó a surgir contenido sobre problemas específicos de la comunidad LGBTQI+. Entre los autores de de la Nueva Era destacan Joanna Russ, Thomas M. Disch and Samuel R. Delany

Si quisiéramos ir a la fuente de la diversidad sexual en la ficción especulativa encontraríamos muchas referencias, algunas más sutiles que otras, otras más científicas, pero no podríamos ignorar como hecho histórico Historias verdaderas escritas por Luciano (125 d.C-181 d.C) y el viaje a la luna con una sociedad compuesta en su totalidad de hombres, que también es el primer relato de ficción especulativa gay. Se trata de una corta novela satírica modelada a partir de La Odisea para burlarse de lo que Homero dice que vio.  

También podemos destacar la primera historia con una vampiresa lesbiana, Carmilla, del escritor Joseph Sheridan Le Fanu en 1872 (120 años antes que Drácula de Bram Stoker) y El retrato de Dorian Gray (1890) de Oscar Wilde. Ambos son ejemplos muy descriptivos que impactaron a lectores y que develaban una subcultura enraizada en la propia sociedad que, aunque oculto a la vista, sangraba en letras la represión de la sexualidad hasta en las más altas esferas y el camino hacia la locura que seguido significa perseguir nuestros objetos de deseo. 

Las víctimas de Carmilla experimentan la atracción y repulsión ante el horror y la belleza de una vampiresa, que además es lesbiana. 

“Experimenté una extraña excitación tumultuosa que era placentera, de vez en cuando, mezclada con una vaga sensación de miedo y asco. […] Era consciente de un amor que se convertía en adoración, y también en aborrecimiento”.

La clasificación de la ciencia ficción no ha sido sencilla, así como tampoco lo han sido las críticas que ha recibido el género a lo largo de los años, que en un principio se centraron en satanizar los abordajes de sus contenidos y luego por menospreciar su valor literario contra otros géneros. 

Y así pasa también con el género dentro de la literatura nacional. Uno podría pensar que México, al no ser un país que se caracteriza por la producción de tecnología, tendría que limitar sus versiones de ciencia ficción a escenarios en sepia, al estilo Mad Max con cameos de Danny Trejo en mundos cyberpunk, pero nuestras concepciones responden más hacia la introducción que tuvimos a la ciencia ficción y a la herencia de la literatura y cinematografía de nuestro vecino del norte. Pero no es así y para prueba, el cuento corto que divide la primera generación de autores mexicanos en ciencia ficción, La pequeña guerra, publicado en 1984 por Mauricio José Shwarz. En realidad, el género de ciencia ficción lleva décadas construyendo una identidad propia al interior de la literatura mexicana al mismo tiempo que se bajó del tren espacial de Hollywood y se enfocó en el dolor del día a día.

Y es desde esta experiencia de dolor por parte de las disidencias, desde ahí donde hay mucho de dónde contar, que el panorama para la ciencia ficción LGBTQI+ también se ha abierto un horizonte igual de intenso.

 


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Referencias y recursos

Extraños compañeros de cama. (Thomas N Scortia, 1953) – EN

Los viajeros: 25 años de ciencia ficción mexicana. (Bernardo “Bef” Fernández, 2010)

Reseña Odd John –  Fantasy Literature

Reseña en Alas de la canción. (Thomas M. Disch 1979)

The British science fiction short story – Cambridge

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