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En la primaria acepté que me gustaban los niños. Y simultáneamente me di cuenta de que resultaría muy difícil acercarme a aquellos que me llamaban la atención. Practicar fútbol, jugar halo o fingir ser de la WWE no eran actividades que me interesaran. 

No es la primera vez que se encuentra ese «gay» grafiteado en su pupitre.

La primera vez que alguien me dijo joto estaba en la primaria, y no fue por decir que me gustaba otro niño, ni si quiera pensaba en niños o niñas.

Mis amigos, nunca deben de enterarse que la vocecita, a veces, es un grito.

Mi experiencia en la paternidad de un niño gay.

Practica artes marciales, para defenderse, para defender, para saberse poderosa.

Puto era el nombre con el que lo conocían todos en el barrio, en la escuela e incluso entre sus familiares

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