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Tengo un discapacidad auditiva. Padezco hipoacusia aguda bilateral. Se puede considerarme hipoacúsico o “hard-of-hearing”, pero la gente me llama “sordo”.

Nunca antes había visto a un hombre trans, así que necesitaba averiguar cómo hacerlo posible, encontrar y vivir en un cuerpo que amara, y lo hice a través del arte desde que tengo uso de razón.

Por las noches, me entretejo con la poesía que agota mi vista, la oscuridad despierta mis fantasías. Siento las palabras en mi carne pulverizándose en mis entrañas, te siento en cada letra taladrando mi bosque infausto.

A través de sus palabras, conocimos y confirmamos la interseccionalidad y diversidad de nuestras experiencias. Los textos que publicamos en esta primera entrega exploran desde lo personal, la virtualidad de lo corporal y lo cárnico de lo virtual:

Ser un cuerpo es importante porque el simple hecho de existir significa sentir. Y porque las cosas que durante mucho tiempo anhelé, en realidad no son cosas, son sensaciones que ahora soy libre de sentir y de experimentar física y virtualmente.

Mi cuerpo, mi territorio. Puedes TRANSitar mi territorio: las curvas, volúmenes y formas de mi cuerpo ya no son riesgosas o inseguras. He aprendido a querer lo que me “sobra”, lo que no se puede quitar o lo que aún no se desarrolla.

La pandemia acercó a dos amigos quienes pasaban horas en la madrugada construyendo un mundo virtual lejos de los prejuicios de su escuela.

Era la primera vez que mis amigas me miraban presentándome como mujer, ya les había enseñado fotos, pero aparte es que te cuenten, a que lo experimentes en 3d y alta definición.

Como sociedad, todavía tenemos problemas con la posibilidad de la existencia de la bisexualidad y la fluidez sexual ya que no responde a los nuevos binomios aparentemente establecidos.

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